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Los primeros pasos de Bodegas La Remediadora
La historia de Bodegas La Remediadora comienza el 29 de marzo de 1946, cuando un grupo de agricultores visionarios, encabezados por Constantino Jareño Valverde, fundó la bodega en la pequeña localidad de La Roda, en Albacete. Desde el principio, la idea era clara: producir vinos de calidad en una región con un gran potencial vitivinícola, y hacerlo bajo un enfoque que combinara la tradición con el conocimiento del buen hacer en el cultivo de la vid.
La Roda, una zona de suelos arcillosos-calizos, se convirtió en el hogar de esta bodega, que con el paso de los años, se asociaría estrechamente a la viticultura de la región de La Mancha. En sus primeros años, Bodegas La Remediadora se dedicó a la producción de vinos para el consumo local, utilizando las variedades tradicionales de la región como el Tempranillo y el Airén. Sin embargo, lo que empezó como una bodega pequeña, pronto se convertiría en una de las más reconocidas dentro de la Denominación de Origen La Mancha.
La visión de los fundadores
Los fundadores de Bodegas La Remediadora eran un grupo de agricultores comprometidos con la tierra y con el objetivo de sacar lo mejor de sus viñedos. Gracias a su visión y empeño, la bodega comenzó a crecer y a diversificarse, invirtiendo en infraestructuras modernas que aseguraran la calidad de sus productos. Constantino Jareño, el primer presidente de la bodega, desempeñó un papel clave en esos primeros años, impulsando tanto la expansión de los viñedos como la consolidación de la bodega en la región.
A lo largo de las décadas, la bodega no solo se dedicó al cultivo y vinificación de sus propias uvas, sino que también incorporó nuevas tecnologías para mejorar cada vez más el proceso. Con el paso de los años, los viñedos de La Remediadora se fueron expandiendo y perfeccionando, y la bodega fue equipada con instalaciones que respondían a las nuevas exigencias del sector. Este impulso inicial, marcado por una visión clara de calidad, sería el que cimentaría el futuro de la bodega.
La evolución de la bodega en sus primeras décadas
Durante las primeras décadas de su existencia, Bodegas La Remediadora apostó por un modelo de crecimiento gradual, cuidando siempre la calidad por encima de la cantidad. A pesar de ser una bodega pequeña en comparación con las grandes denominaciones de origen, la pasión por el vino y el conocimiento del terreno hicieron que los vinos de La Remediadora empezaran a destacar en la región.
El compromiso con la calidad en la elaboración fue una constante. A medida que la bodega fue consolidándose, se invirtió en mejorar las instalaciones y la tecnología, lo que permitió optimizar el proceso de vinificación. En 1968, la bodega dio un paso importante al comenzar a embotellar sus vinos, bajo la marca Gazpachero. Esta marca, que sería la primera en comercializarse fuera de la bodega, marcó un hito en la historia de La Remediadora y permitió que la bodega comenzara a ser conocida fuera de la provincia.
La consolidación de la bodega como referente de la D.O. La Mancha
A medida que los años avanzaban, Bodegas La Remediadora logró afianzarse como uno de los principales referentes dentro de la Denominación de Origen La Mancha. Las inversiones en infraestructuras, el cuidado en el cultivo de las viñas y el desarrollo de procesos de vinificación cada vez más sofisticados, fueron claves para alcanzar este reconocimiento. Para la década de los 80 y 90, los vinos de La Remediadora se habían ganado la confianza de los consumidores y habían logrado un lugar destacado en el mercado local.
La historia de Bodegas La Remediadora en sus primeras décadas es un claro ejemplo de cómo una pequeña bodega puede crecer y consolidarse gracias a la dedicación, la pasión por la viticultura y el esfuerzo constante por ofrecer productos de la más alta calidad. A lo largo de los años, la bodega ha sido testigo de grandes transformaciones, pero siempre ha mantenido su enfoque en lo que realmente importa: crear vinos que reflejan la esencia de La Mancha y de sus tierras.
Hoy, Bodegas La Remediadora continúa siendo una de las referencias más destacadas de la D.O. La Mancha, pero no olvida sus raíces. Desde aquellos primeros pasos en 1946, la bodega ha sabido mantenerse fiel a su historia, y esa tradición sigue viva en cada botella de vino que elabora.